Capítulo Segundo: La misión del mensajero

04.02.2013 17:53

 

Le tomó cerca de una semana hallarla. La piedra mágica cumplía tres funciones: transportar el mensaje, permitirle entrar en el portal (porque solo con un objeto creado por los magos se podía), y guiar al colibrí hacia la niña.
A medida que se acercaba a su destino, la piedra cambiaba de color a más claro, y si se alejaba, se tornaba oscura. Así fue, hasta que llegó a la casa. La roca estaba de un color celeste muy claro, y titilaba.
Esa era la casa. Era una especie de mansión, con tres pisos y numerosas ventanas. Debía encontrar a una joven humana, y para eso, probó con el primer piso. Se acercó a todas las ventanas, pero la piedra seguía celeste.
“Me ahorraré más tiempo yendo al tercer piso, estoy seguro de que está allí” pensó y así lo hizo. Elevó vuelo, y el cristal pareció aclararse, pero después de asomarse a todas las ventanas, comprobó que seguía igual. La razón por la que había cambiado de color era porque había pasado por el segundo piso. Volvió y revisó todas las ventanas. En la última, la piedra estaba casi blanca. Miró dentro.
En medio de la habitación, en una silla sencilla de madera con un cojín de terciopelo rojo, estaba sentada una niña. Con la espalda recta y la cabeza apenas inclinada hacia abajo. Estaba perfectamente arreglada y vestida: un vestido de color lila, lila similar  al color de las famosas lavandas, que llegaba hasta sobre sus rodillas, con largas medias blancas y zapatos negros como la sombra. Sus cabellos estaban recogidos en una alargada trenza a un costado de su hombro. Quizás tenía una fiesta, o un evento importante por el cuál vestía así.
Algo le llamaba la atención. Tenía la mirada como perdida.
Con el pico golpeó la ventana. La muchacha apenas se sobresaltó. El ave repitió la acción, y ella movió la cabeza, aun con la mirada absorta en la nada, como si no respondieran a sus pensamientos. Giró la cabeza de manera que su oído apuntaba al sitio de dónde provenía el sonido. Esperó un poco, y el colibrí vio que sus ojos eran casi blancos, como amarronados, pero en sí, casi blancos. Entonces se dio cuenta: la niña estaba ciega.
Ahora entendía por qué Gran Ahz le había dicho que, aunque le pareciera una locura, debía llevarla al Primer Mundo. Pero, ¿semejante destino debía llevarlo a cabo una niñita que, como si fuera poco, estaba ciega? Lo dudó, aunque en sus manos estaba la difícil tarea de mensajero y transportador, dudó si la piedra lo había conducido hacia el sitio correcto, si esa sería realmente a quien buscaba, y si él estaba capacitado para poder continuar con su misión.
Dudó, sí, pero la duda despejó su mente. Seguro de sí mismo y de su tarea, golpeó el vidrio otra vez, lo suficiente como para que la humana se pusiera de pie. Caminó con su brazo izquierdo en alto y estirado, tanteando el aire,  esperando no impactar contra nada en el camino. Llegó a la ventana, quitó en seguro y levantó el vidrio. Sintió una corriente de aire fresco, pero también sintió cómo alguien ingresaba por la misma ventana a donde estaba.
-¿Quién es? ¿Quién está ahí? La voz era suave, pero a su vez temerosa y fuerte. Expresaba muchas cosas.
-No temas, necesito hablar contigo.
-¿Cómo rayos llegaste hasta aquí?, es el segundo piso.
-Volando…
-¡¿VOLANDO?! Te burlas porque estoy ciega. Si no me dices la verdad, gritaré, y si eso pasa, considérate muerto.
-Tranquilízate y siéntate. No miento, vine volando. Es una larga historia y tengo algo importante que darte. Asique si eses tan amable de colaborar…
El tono sarcástico logró hacerla callar. Suspiró fuertemente, haciendo evidente su enojo. Pasada la media hora, hablaban como amigos de toda la vida.
Ella, parada al piano, rozando sus teclas con las yemas de los dedos, le contaba al pájaro acerca de su vida, pues así él se lo había pedido.
-No nací ciega. Tenía 8 años cuando perdí la vista. No tengo padres.- hizo una pausa- Volvíamos de viaje en un barco, cuando yo tenía cerca de 7 años, cuando éste tuvo problemas internos y comenzó a incendiarse. Me colocaron en un bote, junto con otros niños y mayores sobrevivientes, para que me salvara. Hoy día estoy bajo el cuidado de los sirvientes de esta casa, que antes era de mis difuntos padres. Me tratan como una convaleciente. Como si no pudiera hacer nada por mi cuenta por el hecho de estar ciega.
-¿Y no es así?
-¡NO! Yo  puedo hacer todo tipo de cosas. Hay ciertas cosas que ellos nunca sabrán ni les permitiré hacerlo.
-¿Cómo qué?- preguntó como provocándola.
-¿Qué te importa?
-Mucho,¿ recuerdas que yo vengo de otro mundo a darte un mensaje?
-Empiezo a detestarte…- se cruzó de brazos algo enojada.
-Con el tiempo, todos lo hacen. Ahora, respóndeme.
-Bien.- resopló un aire que remarcaba su fastidio- Desarrollé, por mi propia cuenta, el resto de mis sentidos. Mi olfato se asemeja al de un perro de caza, mi oído al de un murciélago, y mi tacto, tan detenido y exacto como el de una zarigüeya. Todos siguen pensando que soy un bebé. Una niña indefensa que no es capaz ni de caminar sola. Lo cierto es, que sola puedo desplazarme por la casa sin tocar nada, saber incluso cuándo alguien se acerca a mí, y cuándo estoy por chocar contra algo. Pero nadie sabe nada de esto. Y tú tampoco puedes decirlo.
A la criatura, todo esto lo dejó pensando ¿Gran Ahz realmente no se  había equivocado con ella? Solo quedaba una forma de saberlo.
Se quitó la bolsita que colgaba de su cuello, dejándola caer suavemente sobre una mesa. Le pidió a la niña huérfana que recogiera su contenido. La joven obedeció, y tomó el cristal entre sus dos manos.
-¿Qué se supone que debo hacer con esta piedra?- preguntó inocentemente.
-Pues verla. Debes ver…
-¿Pero si yo estoy ciega!¿Qué demonios quieres que vea?
-No, ilusa. No con tus ojos. Con tu espíritu y tu mente. Deja que tu corazón se ablande y entienda la magia.
La muchacha calló. Con el silencio cerró los ojos, aquellos que no cumplían con su única función que era la de ver.
La piedra, blanca inmaculada y traslúcida, brilló. La joven abrió los ojos de golpe, y así se quedó, inmóvil. El joven, un tanto asustado, frenó sus alas y esperó.
Cinco minutos. Doce. Media hora. Unos minutos más. Un rato más. Alrededor de una hora. Y de repente, su cuerpo se sacudió con fuerza, como devolviéndola a ese, su mundo, y ella cayó con rudeza al suelo. El pobre colibrí, del susto, se levantó y en su intento de volar, volcó un florero y su contenido.
“¡Corre! ¡Vuela!” instantáneamente le dijo desde el suelo, pensando en que los sirvientes se acercaban y en que, al ver el ave, podrían golpearlo o matarlo por el hecho de haber entrado en la habitación. El pájaro obedeció, pero antes de salir por la ventana, la despidió diciendo “Hasta la noche”.
Cuando se quiso dar cuenta, anochecía. Después de la aburrida cena, y de que las sirvientas la arroparan en su cama, cuando todo era silencio, en el tercer piso, ella rápidamente abrió las ventanas. Pasados unos pocos minutos, oyó un aleteo y sonrió para sí.
-¿Qué fue exactamente lo que dijiste por lo del florero?
-No mentí. Me cuesta hacerlo. Dije que escuché un ruido como de ave y que luego volqué el florero porque intentaba abrir una ventana.- se produjo un silencio acusador- Bueno, sí. Cambié un “poco” la versión de la historia. Seré mala para mentir, pero soy buena inventando historias.
Ambos rieron. La niña de pronto borró su sonrisa y prosiguió con la charla. Le pidió a su nuevo amigo que le explicara el mensaje de la piedra.
-No puedo explicarte lo que te dijo, porque yo no lo vi, pero puedo contarte lo que yo sé.
-Adelante. En todo caso, yo podré preguntarte cosas que no entienda, ¿verdad?
-Hay un gran detalle.  Hasta la piedra debió nombrarlo.- el rostro de la joven se tornó preocupante- debes dejar temporalmente este mundo.
-Olvidaba lo de los mundos…
-Yo vengo del Primer Mundo, donde aguardan todas las especies: humanos, magos, dragones, duendes, animales parlantes,
-¿Cómo tú?- lo interrumpió.
-No. Yo no soy precisamente un animal parlante. La naturaleza castigó a mi madre por algo que hizo. Algo horrible, y una maldición recayó sobre mí, por ser su hijo. Fui condenado a convertirme en toda clase de animales, y solo cada cinco aniversarios de mi nacimiento, puedo volver a mi forma humana, temporalmente.
-Es por eso que hablas y eres un colibrí. Suena genial.
-Pero no lo es.- la niña frunció el ceño- No controlo cuándo me transformo ni en qué me transformo. Lo hago sin poder evitarlo cuando la situación lo requiere y en la forma más conveniente. La forma actual se debió a diversos factores, como la practicidad, la rapidez (debía entregarte el mensaje rápidamente), y la disimulación (un animal que no llamara tanto la atención en tu mundo).-la muchacha permaneció pensativa envolviendo su dedo índice con el rizo en la punta de su trenza, que debía deshacer antes de dormirse- En el Primer Mundo, como decía, viven las criaturas mágicas, y las de todos los mundos. Excepto humanos, porque fueron extinguiéndose y buscando amparo en este, el Cuarto Mundo.
-¿Cuarto?- lo interrumpió.
-Termino y después pregunta, porque sé lo insoportable que te pondrás al preguntar.-ella gruñó, pero él continuó hablando- En el Primer Mundo hay un lugar que se llama la Roca de  los Portales, donde se encuentran todos los portales a sus correspondientes mundos. Sin embargo, hay un portal en el que reside un objeto de inigualable valor.- los ojos de la muchacha se abrieron- Este objeto es al que debemos el equilibrio de los Mundos. De TODOS los Mundos. Aquí va el punto al que quería llegar: fue robado. Gran Ahz, el ser que todo lo sabe, vio en una de sus visiones al responsable de recuperar el objeto. Adivina quién fue.- la niña ensombreció su rostro- Debo llevarte conmigo al Primer Mundo.
-¿Ahora?
-Cuanto antes. No tardará en hacerse notar el desequilibrio. Ya empezó.-hizo una pausa- Saca tu mano afuera.
Se dirigió a la ventana, esquivando el arpa y el violín, y asomó su mano al exterior. Comenzaron a caer suavemente sobre su piel unos puntitos helados. El frío de esas “gotas” heladas impactando en su mano, la sorprendieron enormemente.
-Está ¿nevando?¿Cómo es posible? Estamos a finales de primavera.
-Desapareció aquello que debes buscar. Esta nevada de primavera, es solo el comienzo del Desorden Natural, que en sí, no es el único, existe el Desorden Sobrenatural, actuando sobre la magia, y el Desorden Último, que es el que garantiza la destrucción total de los Mundos.-hizo una pausa y se quedó mirándola.
-Cuándo. Cuándo partimos.- habló con firmeza.
-La decisión correcta- sonrió- Mañana por la noche en lo posible. Me voy, pero te veré por la mañana.
Ella le insistió en que se quedara, pero el ave se fue de todos modos.
Ambos pasaron una noche apacible.
Por la mañana voló al tercer piso y entró en el cuarto cuando no había nadie. Ni la niña estaba allí.
Debía matar el tiempo con algo. Se acercó a un florero con el fin de absorber el néctar, pero se encontró con que la hermosa flor estaba compuesta por tela de gasa y plástico. Qué pérdida de tiempo. Luego encontró otro florero y descubrió que esta vez se trataba de uno de verdad. Oyó la puerta.
Era ella. Se despidió de las mucamas y les dijo que ella se encargaría del resto. De mala gana ellas se retiraron. Escuchó un aleteo.
-¡¿Por qué estás aquí?!
-¿Porque es mi deber estarlo?
-Pe-pero…-sostuvo con firmeza la toalla que rodeaba su cuerpo mojado.-Date la vuelta. Ahora.-obedeció, pero a los pocos segundos oyó un estruendo- ¡Ay!
-¿Qué sucede? ¿Estás bien?
-Solo no voltees.- estaba toda ruborizada.
-Pero ¿qué sucedió?
-De los nervios, no percibí la mesita que había que había delante de mí. Sería mejor que vuelvas dentro de un rato. Están viniendo mis sirvientes.
La puerta se abrió y no le dieron tiempo a salir de la habitación. Una mujer regordeta cerró las ventanas con apuro.
-¡Señorita! Se podría enfermar si continua con semejantes cosas. Cómo se le ocurre andar a medio vestir con las ventanas abiertas.
No había salida, y no duraría mucho escondido detrás del delgado florero. Error fatal: se convirtió en un gato.
-¡Ahh! ¡Señorita, súbase a la cama! Hay un gato en la habitación, un gato salvaje. Aléjese, quién sabe si no muerde o algo.
Ignorando las indicaciones de su sirvienta, se acercó al gato y lo alzó en brazos diciendo que era de ella. La mucama intentó oponérsele, pero con tono desafiante, logró hacerla dejar el cuarto y quedarse con aquel animal.
Una vez fuera, depositó a su amigo en su cama.
-Tengo clase de latín y arpa. Pero antes debo vestirme ¿Nos vemos esta noche?
-A la tarde. Tenemos mucho de qué hablar.- se acercó a ella que estaba sentada en la cama- ¿De enserio soy tu gato?
-Supongo. Nunca tuve una mascota. Pero tú eres más un amigo, eso creo. Digo, no creo que ni en éste ni en otro mundo, los humanos tengan de mascota…a otros humanos. Bueno, debo irme.- dio la media vuelta y cuando se estaba por ir, el gato dijo una últimas palabras.
-Olvidamos algo muy importante: no nos presentamos aún.
-Mi nombre es Cecilia Vera Bellatrix Weredsford.
-Tinashe, a tu servicio.

Encuesta

¿Qué piensas de la historia de La Llama del Agua?

Es muy buena, me encanta. (1.632)

97%

Buena e interesante. (18)

1%

No me gusta. (27)

2%

Votos totales: 1677